Helena Maleno (El Ejido, 1970) es periodista, investigadora especialista en migraciones y trata de seres humanos, y activista en el colectivo
Caminando Fronteras. Viajó en 2002 a Tánger "con una maletita" para conocer a las mujeres que pasaban la vida tejiendo frente a una maquila. Pronto conoció el bosque de Beliones, junto a la valle de Ceuta, el borde de todas las cosas para miles de personas, y acabó inmersa en lo más profundo de la emigración clandestina de subsaharianos. Desde entonces, habla desde Tánger de la otra África, la que se desangra en las fronteras, y pone
nombres y rostros a quienes intentan cruzar el Estrecho de Gibraltar antes de que se conviertan en estadística. Esta entrevista se realiza por Sype, sin vídeo. Cuando no hay interrupción en el canal, su voz llega alta y clara.
En octubre de 2005 alquiló una furgoneta con varios compañeros y viajó desde Tánger hacia el sur para denunciar ante la comunidad internacional las caravanas marroquíes que estaban deportando a migrantes hacia el desierto de forma masiva y abandonándoles a su suerte. ¿Lo de este verano, ha sido tan grave como entonces?
Sí. La privación de derechos se ha agravado muchísimo. Después de 2005 y 2006, se ha seguido deportando gente a la frontera de forma colectiva pero no con tanta violencia. En 2009, hubo una pequeña mejora de derechos. Pero desde 2011 todo va a peor. Y este verano ha sido una debacle total y absoluta. Muertos, mujeres violadas, un cúmulo de situaciones de violencia insoportable.
¿Por qué?
Primero, porque nunca ha habido una garantía de respeto a los derechos fundamentales de la población migrante y sus familias en Marruecos. Segundo, por el miedo y la presión de la Unión Europea y España a Marruecos. Tanto en 2005 como ahora, el Gobierno del PSOE y el Gobierno del PP han felicitado a Marruecos por su buen hacer, le han animado en su trabajo en la frontera.
¿Cuáles son las consecuencias sobre el terreno de esa presión?
Hay una consigna de limpiar de africanos el norte de Marruecos. Los marroquíes, entonces, dejan de respetar el Estatuto del Refugiado, los pasaportes y cualquier documentación, y hacen redadas masivas en Nador, Tetuán y Tánger. Les explican a los migrantes que no se puede estar en el norte de Marruecos. También cogen en Nador a mujeres y niños y los llevan a una especie de centro de detención. No se sabe cuánto tiempo van a estar allí ni por qué.
¿Cómo es la situación en esos centros detención?
Hay un centro de detención en el que las mujeres prenden fuego a las instalaciones, que depende de las fuerzas auxiliares, porque les están obligando a prostituirse. Huyen. Entonces las vuelven a coger en el bosque, las meten en otro, y allí ellas beben lejía para intentar suicidarse. Tras la visita de la delegación española la consigna era que no hubiera negros en el norte de Marruecos.
¿Cómo influye esa presión en la salida y llegada de pateras?
En medio de esto tenemos a personas con el Estatuto de Refugiado. Hay gente a la que se estaba devolviendo a Usda en autobuses, se les abandonaba en carreteras. Y mientras, en el norte, la gente estaba desesperada. Otro caso es el de una niña de 16 años demandante de asilo violada por tres hombres de las fuerzas auxiliares. Ella les había denunciado, sabía quiénes eran, tenía la placa del coche... Todo quedó impune. En este contexto es cuando empezaron las pateras. La gente se va al agua de forma desesperada, huyendo de lo que está pasando. Dicen: más vale intentarlo, pase lo que pase.
¿Para qué sirve el Estatuto del Refugiado entonces?
El Estatuto del Refugiado no es ni reconocido ni respetado. Tenemos personas aquí que deberían estar renovando el suyo, pero no pueden porque la ACNUR ha parado todas sus actividades en Marruecos. Con este sistema de control y redadas, lo que se consigue es el efecto contrario. La gente se siente tan presionada que se echa al agua.
¿Ocurrió lo mismo en el último doble intento de cruce, hace tres semanas, a nado en Ceuta y por la valla en Melilla?
Sí. Desde el colectivo organizamos unas brigadas de salud en las que chequeamos todo el tema de acceso y derecho a la salud de la población migrante. Solemos actuar en barrios, bosques, asentamientos. El último fin de semana estuvimos en las proximidades de Ceuta y nos encontramos a un montón de personas heridas por ataques de las fuerzas de seguridad marroquíes. Nos explicaron que había habido muchos muertos, apaleados y apedreados por la policía. Las fuerzas auxiliares llevaban machetes y había muchos heridos. Seguramente serán deportados porque eran testigos de lo que había pasado. Marruecos sigue negando estas redadas. Todo es mentira.
Denuncia una vulneración de derechos fundamentales en la frontera.
Exactamente eso. En Ceuta y Melilla no se respetan los derechos fundamentales. Y hay cientos de ejemplos y de historias. El caso de Mohamed Camara e Ibrahim Sare, dos niños que entraron en Melilla y que estaban tutelados por el servicio de menores. Dos niños que hablaban perfectamente castellano. Un día, un coche de la policía para, los recoge y los tira a Marruecos, al otro lado de la frontera. Lo intentamos todo. Los dos volvieron a cruzar la frontera en patera arriesgando la vida. Cuando Mohamed Camara estaba intentando cruzar, la Guardia Civil, obviando todo tipo de derechos, capturó su embarcación y se la entregó a los marroquíes. La última vez que les vi, estaban en el CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes) de Melilla, se han hecho pasar por mayores de edad porque dicen que ser menor en España es peligroso...
¿Se llega alguna vez al final en la investigación de estas denuncias?
No, normalmente no. Tenemos el caso Sonko. Pasó a nado tirado por un compañero costamarfileño hasta Ceuta. Fueron interceptados por la Guardia Civil, que subió a Sonko a su embarcación. Les quitaron el chaleco, les pincharon la balsa, y les dijeron que volvieran a nado. El costamarfileño sabía nadar, pero Sonko no. Se agarró al barco, intentaba subir para no ahogarse, y la Guardia Civil lo que hacía era quitarle los brazos para que cayera al mar. Después, un agente se tiró al mar para salvarle porque se dio cuenta de que no sabía nadar. Cuando le llevaron a la costa, muerto, los marroquíes dijeron que no lo iban a recoger, que el marrón se lo comían ellos porque eran los que le habían matado. Entonces entró Protección Civil por la valla y se llevó el cadáver. Lo enterraron con un número. Nadie sabía quién era, salvo nosotras. Buscamos sus pertenencias y a su familia, que estaba en España. El Comité contra la Tortura de Naciones Unidas condenó a España por este caso.
¿Quién controla la frontera?
Estamos pagando a Marruecos para que haga el trabajo sucio. Lo que pasa en frontera es una relación policía a policía, cosa que no puede ser. Porque entonces no tenemos ningún tipo de garantía en la gestión de los derechos fundamentales. España no le pide a Marruecos que respete los derechos fundamentales. Lo que hacen es felicitar a Marruecos y mentir. Cuando estás en este lado te das cuenta de que todo es una sarta de mentiras. Por ejemplo, cuando se dice que en el bosque hay equis miles de personas esperando cruzar. Hay una mala información porque interesa crear pánico y miedo para que se aplique una política de militarización.
Tras los últimos intentos de cruce de la valla en grupo, Melilla prepara cambios. El delegado del Gobierno ha propuesto colocar una malla antitrepa, se valora recuperar la alambrada de la parte superior. ¿Qué opina?
¿Cuántos años llevan poniendo más complicada la valla, subiendo su altura? No se dan cuenta de que esa no es la solución. Personas que han salido de sus países en situaciones de extrema necesidad no se van a parar por eso. La gente dice: ya estoy muerto si voy para atrás, si sigo adelante tengo un 50% de posibilidades de morir, y el 50% de posibilidades de vivir. Hasta que no entendamos que hay que hacer un mundo más justo, repartir la riqueza, establecer un mundo en el que se pueda circular libremente...
¿Saben quienes intentan venir que aquí ya no hay oportunidades?
La gente sabe la crisis que está atravesando España. Lo que pasa es que no podemos meter a todas las personas en el mismo saco. Hay gente que viene buscando un tema de respeto de derechos humanos. Mujeres que han sufrido maltratos, ablación genital, violencia sexual... Esas mujeres no tienen un proyecto económico a la hora de cruzar la frontera, tienen un proyecto global. Y es muy complicado luchar contra eso. Se ha recortado mucho en cooperación y en otros ámbitos, cierto. Entendemos que no hay dinero, pero ¿por qué hay dinero para darle a Marruecos para que militarice la frontera?
La reducción del presupuesto en cooperación internacional es superior al 80% desde 2010. ¿Qué margen queda para la ayuda al desarrollo de los países de origen?
La cooperación internacional está mal hecha, mal entendida, desmoviliza los movimientos sociales de los países en los que se hace. Estás fomentando desde arriba lo que a ti te interesa. Si se habla de género, todo el mundo trabaja en género porque ahí es donde está el dinero. Se convierte a veces en una forma de neocolonialismo, y nosotros no comulgamos mucho con ello.
Es crítica con el papel de los medios de comunicación en la información sobre inmigración.
Contribuyen a dar una imagen de situación de guerra en la frontera. Se utilizan conceptos como repeler, asalto, avalancha... conceptos desafortunados. Creo que hay una responsabilidad en cómo se utiliza el idioma, y, además, sinceramente, hay muchas cosas que no son verdad. Hay mucha desinformación y mucha mentira. Es verdad que es difícil saber qué ocurre al otro lado de la frontera.
¿Por qué han surgido las lanchas de juguete desde hace un año en el Estrecho de Gibraltar? El subdelegado del Gobierno en Cádiz sostiene que los inmigrantes utilizan esas barcas porque son indetectables por el SIVE…
Difiero. Creo que el uso de las toys es porque son más baratas, más asequibles. Cuando vas en una zodiac a motor tienes que pagar entre 1.500 y 1.800 euros. Si pasas en coche a Ceuta y Melilla... 3.000. Eso para una familia africana es una barbaridad. Las redes de trata sí que lo podrían pagar y podían pasar a muchas personas para el mercado sexual. Es cierto que cualquiera no puede comprarlas, porque los vendedores ya saben cuál será su uso, por eso necesitan intermediarios. Hay un negocio del mercado negro en torno a las toys, pero no hay mafias como nosotros las entendemos. No sale más caro de 200 euros.
¿Ha conocido las mafias de la inmigración? ¿Quiénes son? ¿Dónde trabajan?
Hay una gran diferencia entre las redes de trata de seres humanos y lo que ocurre en la inmigración. Las primeras, las mafias, tienen un gran poder en los países de origen. Son redes muy estructuradas desde el origen hasta el destino. No podrían funcionar sin la ayuda del funcionariado de los países de tránsito y de destino. Hay un negocio grandísimo en torno a esto: es el tercero más lucrativo del mundo junto al tráfico de armas y de drogas. Son distintos a los pasadores, que cobran por pasar a la gente de forma puntual de un sitio a otro. Nosotros no hemos encontrado redes de inmigración que te lleven desde Camerún hasta España. Hemos encontrado cameruneses que para hacer el tránsito hasta Níger buscan en la frontera a unpasador. Después están libres y buscan otro pasador. Y así, país tras país, en años de tránsito…
Usted ha vivido desde Tánger la puesta en marcha del SIVE y el inicio de la misión Frontex de control de las fronteras europeas. ¿Qué han supuesto estos sistemas de vigilancia para la inmigración?
- [piensa] Me acuerdo de una patera que se perdió en Nador, yendo hacia Almería, a finales de octubre del año pasado. Nosotros llamamos a Salvamento Marítimo de Almería, que es, con diferencia, el que mejor saber hacer tiene. La capacidad que tienen para trabajar, es muy diferente a la de Tarifa, siento decirlo así, y también a Las Palmas. El caso es que les llamamos y estaban buscando esta patera, en la que murieron más de cincuenta personas y sobrevivieron diecisiete. Marruecos aseguró que la había encontrado, pero era otra. La gente de Almería nos llamó. Ellos sabían que la patera seguía en el mar, siguieron buscando y consiguieron salvar a diecisiete personas. Desgraciadamente luego nos enteramos que los medios del Frontex habían localizado la patera horas antes, habían hecho una foto y sabían que la embarcación se estaba hundiendo. Esa foto incluso había llegado a la Guardia Civil. Esa patera se podría haber salvado, pero nadie reaccionó. La estrategia es: controlemos nosotros, identifiquemos donde están las personas para que sea Marruecos quien las coja. Que se hagan cargo ellos.
¿Qué opina de los centros de internamiento de extranjeros (CIE)?
Encerrar a las personas no da buenos resultados, cuesta mucho dinero y no es eficaz. Eso hablando en términos más de rentabilidad, dejando al lado lo que representa la vulneración de derechos fundamentales que se produce en los CIE. He estado en todos los CIE de España porque he hecho una investigación sobre género. Conozco el de Algeciras y es una vergüenza porque es una puta cárcel. Nos encontramos a directores de los CIE que son majísimos, que intentan hacerlo todo lo más agradable posible para los internos, pero aquello no deja de ser una cárcel. ¿La eficacia? Pues no mucha. Se suele decir “han llegado 30 personas que serán deportadas a sus países de origen". Eso es mentira. Eso no es real. Lo que suele ocurrir es que a estos inmigrantes se les suelta con una orden de expulsión bajo el brazo. Ellos se creen que van con sus papeles...
Las dificultades para los inmigrantes en situación administrativa irregular se han agravado con la retirada de tarjetas sanitarias en España, a raíz del Decreto 16/2012, del que se cumple un año. Son 873.000 personas fuera del sistema sanitario público. ¿Cree que esta medida responde a una política sanitaria o una política migratoria?
Nosotras llevamos aquí años en un proceso para intentar que los migrantes en situación irregular tengan acceso a la sanidad pública marroquí. Con todas sus limitaciones, con todas sus complicaciones, con todo lo que es esto... Trabajamos mucho con la Delegación de Salud de Tánger y así hemos conseguido la gratuidad de todos los servicios para los migrantes que están en tránsito. Los migrantes que están aquí sin ningún tipo de documento en el bolsillo, que tienen menos papeles que en España, pues son atendidos gratuitamente. Nuestro objetivo era conseguir esto sin una ONG detrás. Madre mía. Estamos consiguiendo que, en un país que es pobre como Marruecos, los migrantes tengan acceso a la salud. Y en España mira lo que está pasando. Es un paso atrás en la democracia.
Tras el desastre de Lampedusa, los mandatarios italianos y el propio Durao Barroso, después de ser recibido por la gente con abucheos en la isla, han prometido cambios en las políticas migratorias. ¿Le sugeriría algo más?
Nos sorprendió mucho el tema de los pesqueros que pasaron delante de la embarcación que después naufragó y no rescataron a las personas. Esto debería ser penado. Tenemos que tener responsabilidad de lo que está pasando en nuestras aguas, España e Italia. Hay que asegurarse de que los rescates se hacen en buenas condiciones. Y por supuesto, si alguien niega el auxilio debe ser condenado.