Las miradas más cortas buscan reducirla a una simple movida electoral de carácter coyuntural. Desconocen, minimizan u ocultan su valor histórico, simbólico, ético y político que, bajo la frase “renace la esperanza”, viene desplegándose con el proceso de reencuentro en muchos rincones y sectores del país.
La crisis de la política en sus formas tradicionales, el fracaso de la guerra permanente como política de Estado, la irrupción por diversas formas de la inconformidad social en procesos de lucha como Marcha Patriótica, Congreso de los Pueblos, mingas indígenas, protestas estudiantiles y urbanas; la conquista de un proceso de paz en curso entre las FARC-EP y el gobierno Santos, que debe ampliarse con las demás guerrillas; el fracaso neoliberal y la disputa política que se vive en América Latina, son el trasfondo real que explican el renacer UP, más que como organización y estructura partidaria, como referente simbólico de un cambio real y posible que se abre paso en la sociedad colombiana.
El renacer de la UP que comienza por el reagrupamiento de su herencia política de raíces campesinas, obreras, juveniles y populares, representada en diversos sectores de la cultura democrática y comunista colombiana, que hace parte indeleble de sus orígenes en la década de los 80, se propone trascender hacia un nuevo escenario de la lucha política contemporánea, leal con las aspiraciones de paz y reformas democráticas, mediante un llamado coherente a la unidad amplia y diversa de un gran frente por la paz, la democracia y la soberanía. En esencia, estas fueron las orientaciones definidas por el emotivo V Congreso que concluyó hace apenas un par de semanas.
La UP renace para ser el partido de la paz y defender sin mezquindades la solución política al conflicto interno, que otros no quieren asumir, o lo hacen simplemente para no alejarse del sentir nacional que repudia la guerra.
El programa de la UP, como en sus orígenes, sigue siendo en esencia el de la paz y el de una apertura democrática verdadera. El Estado colombiano tiene el reto de demostrar al mundo, en el contexto de los diálogos de paz, que sí puede brindar garantías reales a la UP y sus voceros. Nuevas agresiones serían un regreso inaceptable al pasado con altos costos para toda la sociedad.
Así lo dice la candidata Aída Avella: “Un frente amplio que también trascienda el afán táctico de la búsqueda del umbral electoral y que vaya mucho más allá, porque esa gran convergencia, ese enorme y amplio encuentro unitario, es un imperativo histórico de carácter estratégico para construir entre todos el país que soñamos: en paz, sin exclusiones, democrático, soberano y justo”.
Sin exclusiones ni sectarismos, en medio de la profunda crisis de la política colombiana, la UP renace con la fuerza de su historia, sembrada por miles de hombres y mujeres ejemplares, para aportar a la construcción de la alternativa social y política capaz de conquistar la paz, un gobierno democrático y una Nueva Colombia.
@gabocolombia76