La búsqueda y elaboración de una propuesta común es la manera de hacer unidad desde abajo y desde lo real concreto.
De todos los términos y mensajes que se han ido produciendo a lo largo de estos últimos años referentes a la necesidad de que la mayoría social se organice para conseguir el Cambio Concreto en programas, proyectos, valores, actitudes, comportamientos, discurso político y formas de hacer la política, el de la Unidad Popular está siendo recibido con el mayor consenso y predisposición. Creo que los portadores de otras fórmulas semánticas deberíamos, en nombre del objetivo común, hacer el término nuestro y así poner la primera piedra del edificio a construir juntos. Sin embargo y dicho esto, se impone una reflexión sobre algunas cuestiones de esa anhelada Unidad Popular
Creo que debemos ser conscientes de que la Unidad Popular hace referencia a un objetivo a construir entre muchos y no a una creación política ya nacida o realizada por el simple hecho de haberla enunciado u ofrecido a los demás. En consecuencia la Unidad Popular como objetivo o fin perseguido sólo puede aparecer como un elemento parcial que integra, entre otras cosas, las propuestas y acciones que conducen al objetivo deseado. Quiero decir que preparar la Unidad Popular es preparar previamente un camino que está lleno de dificultades, recelos, incomprensiones y desdenes. Así nos lo demuestran actitudes y declaraciones de estos días. ¿Por dónde empezar?
La realidad que vivimos cotidianamente nos muestra a una mayoría ciudadana que solamente existe como tal mayoría en la medida en que comparte, como denominador común, una situación de paro, precariedad, marginación, expolio, desencanto, irritación y desánimo. Esa situación de Mayoría EN SÍ (que dirían nuestros clásicos) debe transformarse en Mayoría PARA SÍ, es decir en conciencia. Es esa una tarea que no puede ser abordada con el simple enunciado de nuestra propuesta. Y todavía menos si para el gran público aparece como primera, -y casi única- visualización de la Unidad Popular la formalización de una candidatura unitaria cara a las próximas elecciones generales. Es más, esa única visualización da base a quienes se han instalado en su espléndido aislamiento para seguir creyendo que el Cambio es una simple cuestión de cambio en las siglas gobernantes.
A mi parecer deberíamos comenzar una serie de contactos con otras fuerzas políticas, movimientos sociales, plataformas, colectivos y personas que se sientan integrantes activos de ese enunciado que se formula así “Otro mundo es posible”. Y que además de sentirse concernidos quieran hacer de esa formulación carne y sangre del Cambio concreto. La pregunta es obvia, ¿Para qué ese encuentro?
La Unidad Popular o se hace con un Programa concreto o no será posible. Por eso la búsqueda y elaboración de una propuesta común es la manera de hacer unidad desde abajo y desde lo real concreto. ¿Cómo sería ese Programa?
Lo que está ocurriendo en los primeros días de los nuevos ayuntamientos nacidos de esa corriente emergente de voluntad unitaria desde abajo, nos debe servir de lección. Un programa no es un listado de intenciones ni tampoco una formulación bienintencionada de deseos. Al contrario deber ser una propuesta para ser aplicada al día siguiente del hipotético triunfo. Y ello significa estudio, asesoramiento, sentido de los plazos y conocimiento de los mecanismos legales para llevarlo a cabo. Sin olvidar tampoco el encaje presupuestario. Ya habrá tiempo de cambiar normas y reglamentos.
Y ese Programa debe tener otras características que con brevedad enuncio:
1. Ligado a las necesidades más inmediatas y urgentes de la población.
2. Resumido en diez o quince puntos de fácil comprensión y memorización.
3. Capaz de generar otras medidas necesarias como consecuencia de su aplicación.
4. En el marco de una estrategia de lucha y concienciación que vaya conduciendo a otras metas programáticas y de valores.
5. Que explicite una alianza activa entre el nuevo poder político y la ciudadanía.
6. Viable, es decir ajustado a la realidad legal y presupuestaria del momento o de su factibilidad a corto plazo tras haberla cambiado.
Creo que si se consigue este acuerdo programático, sin tener que hablar de candidaturas, el paso hacia la Unidad Popular es importante. ¿Y si hay integrantes de esa unidad programática que siguen pensando en la conveniencia de ir solos a la elecciones?. No desesperemos, la imagen de todos los colectivos y fuerzas integrantes de esa unidad programática quedará, como un condicionante permanente que será difícil de obviar al día siguiente de las elecciones. En ese sentido la Unidad Popular comienza a ser contrapoder. Empecemos ya.
JULIO ANGUITA