Si pudiéramos dibujar el viaje que realiza cualquier prenda de nuestro
armario desde que se diseña hasta que se fabrica y la compramos probablemente
el resultado sería muy similar a una tela de araña. En el centro estarían
grandes transnacionales como Inditex, Primark, Mango, H&M o C&A y en la
periferia es probable que encontrásemos a miles de personas jóvenes, la mayoría
mujeres de Latinoamérica, Marruecos o el Sudeste asiático, migradas de zonas
rurales a las grandes ciudades para
trabajar en condiciones que
vulneran sus derechos humanos de manera sistemática. Bangladesh, la
segunda fábrica textil del mundo por detrás de China, es un claro ejemplo.
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