- Visitamos Heidenau, una localidad donde se han multiplicado
los ataques de neonazis a refugiados y cuyos vecinos han abucheado a
Merkel al grito de "Preocúpate de tu gente"
- "En
Turquía, en Líbano, en Iraq, las personas nos han dado la bienvenida,
¿porqué no podéis hacerlo vosotros alemanes también?", dice Sami,
después de huir de la guerra de Siria
- "A nosotros no nos regalan nada...", "quién sabe la que van a formar los refugiados aquí en el pueblo...", dicen los vecinos
- "A nosotros no nos regalan nada...", "quién sabe la que van a formar los refugiados aquí en el pueblo...", dicen los vecinos
Fabian Köhler
- Heidenau (Alemania)
Es difícil encontrar en Heidenau personas que
demuestren que no todos aquí son así. Que no son como el millar de
neonazis que este fin de semana recibieron a refugiados con cohetes,
botellas de vidrio y piedras. Es muy fácil caer en los clichés del
alemán del este pueblerino y racista. El hombre que está sentado ahí con
la gorra roja y la cerveza en la mano no lo pone nada fácil: dice que
él sí tiene algo en contra de los refugiados porque "no trabajan". Y, a
continuación, sin percibir contradicción alguna en lo que dice, asegura
que "nos quitan el trabajo". Una cosa sí tiene clara: que se va a quedar
ahí sentado mirando "hasta que todos los extranjeros se vayan".
Heidenau es una localidad que se ha hecho tristemente famosa por su violento recibimiento a unos 300 refugiados
enviados a instalarse en una nave industrial, sin la más mínima
intimidad o comodidad, en camas plegables, con baños y duchas
compartidos. La localidad se encuentra a un cuarto de hora en autopista
desde Dresde. Para situarse, esta última ciudad es famosa en Alemania
por ser la capital del grupo anti-inmigración cuyos miembros se
autodenominan "patriotas europeos", el movimiento Pegida.
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