viernes, 15 de noviembre de 2013

El cielo puede esperar.

Es cierto que como ciudadanos padecemos en estos momentos tiempos difíciles, absolutamente cercados por un marco social  en progresiva descomposición; son muchos los elementos que hacen hoy de nuestra vida una carrera de obstáculos continuos y permanentes, donde la angustia existencialista se sitúa como terrible compañera de viaje dentro de un ámbito social huérfano de la magia de Jean Paul Sartre y de Albert Camus; y es que  nuestra realidad comienza a ser tan sucia como las calles de Madrid.

Ya la mayoría del pueblo ha comprendido que vivimos tiempos de desprecio a la ciudadanía,  donde muy pocos son los espacios que se libran de la oscura mano gris de la suciedad, la corrupción y la mentira, y asimismo vivimos rodeados por un mar de atentados a la ética y la racionalidad social donde la mayoría somos el reflejo de una nueva conciencia de ciudadanos siervos. Dentro de éste marco de despojos, cabe cuestionarse si aún es posible mantener nuestra fe en el “principio esperanza”? .

Si el fantasma del hambre, el desempleo y la pobreza comienza a resurgir de nuevo  en pleno Siglo XXI en la sociedad española,  ¿a qué esperamos para levantar la voz de la dignidad humana y social?  ¿a que esperamos para volver a concienciarnos de que la lucha de clases es hoy de nuevo necesaria en el marco de la defensa de los derechos humanos? En estos días el Papa Francisco I, hacía alusión a enterrar en el mar a los cristianos corruptos. ¿No podríamos afirmar lo mismo respecto a nuestros líderes financieros, políticos y sindicales, que han convertido el noble ejercicio de su profesión  en un auténtico basurero de delincuencia impune y vergonzosa?.

El cielo puede esperar, nuestra lucha por la dignidad no. 

Juan Ramón Rodríguez/Ajintem Derechos (AD)

No hay comentarios:

Publicar un comentario