La muerte de un adolescente en la periferia de Sao Paulo es una noticia tan cotidiana que pocas veces llama la atención de los medios. Sin embargo, los graves disturbios que siguieron al fallecimiento de Douglas Rodrigues por el disparo, supuestamente accidental, de un policía que acudió a atender una simple queja por ruido, han vuelto a traer al primer plano uno de los problemas sociales más graves del Brasil del milagro económico: la violencia contra los pobres y, especialmente, los jóvenes negros.
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