martes, 19 de noviembre de 2013

El lado más duro de la miseria

 
No tener nada. Absolutamente nada. Salvo la ropa que se lleva puesta. Ni siquiera un techo que los resguarde del frío y de la lluvia que están por venir. Estamos a mediados de noviembre y duermen al raso. Sus únicas posesiones son unos cuantos cartones que les aíslan de las bajas temperaturas, también algo de plástico y, los más afortunados, colchones roídos y podridos que han encontrado en la basura 
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