El aniversario número 50 de la muerte violenta del presidente estadounidense John F. Kennedy nos arroja un secreto largamente guardado: tras el asesinato en Dallas, Fidel Castro envió un mensaje por canales discretos a Washington pidiendo reunirse con la comisión oficial que investigaba el magnicidio, para disipar los crecientes alegatos de que Cuba era la responsable. La comisión, encabezada por el presidente de la Suprema Corte de Justicia estadounidense, Earl Warren, envió a uno de sus abogados, el afroestadounidense William Coleman, en misión clandestina para reunirse con el líder cubano en un bote en el Caribe.
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