María Tránsito es campesina y miembro de la organización Madre Tierra, que
lucha para que las mujeres tengan derecho de propiedad y control sobre la
tierra que trabajan. Así aseguran una fuente de ingresos que garantiza que no
tengan que emigrar, en caso que sus maridos las abandonen.
Como María Tránsito, muchas mujeres de su comunidad son ahora propietarias
junto a sus maridos, y de esta manera tienen derecho a una parte de los
beneficios y pueden decidir a qué las destinan. Las mujeres, además de hacer
las tareas de casa y cuidar de sus hijos, apoyan en las tareas del campo y se
ocupan de los animales de corral. Un trabajo que no es reconocido ni
remunerado. Cuando no tienen la tierra a su nombre, las mujeres no
pueden acceder a créditos para comprar herramientas o ni hacer
mejoras para conseguir mayores ingresos. Es un círculo vicioso
que las hace dependientes de sus esposos y vulnerables ante cualquier
imprevisto. Si se quedan viudas o las abandonan, puede que no tengan otra
opción que emigrar a la ciudad o a otros países.
En Guatemala, sólo el 8% de las mujeres son propietarias de tierras
a pequeña escala. Además, en los últimos años, el Gobierno promueve que las
tierras donde antes se plantaba maíz, frijol y otros alimentos de consumo
básico, se destinen a la producción de palma africana y caña de azúcar,
productos que se exportan para fabricar biocombustibles. Por eso acompañamos a
los pequeños productores y productoras organizados alrededor de la campaña CRECE para
pedir que se frene el acaparamiento de tierras destinadas a la exportación.
También damos apoyo a la producción local de alimentos y a las mujeres
rurales para que se reconozca su aportación a la economía del país y puedan
ejercer sus derechos.
EL MAÍZ SE COME, LA PALMA AFRICANA, NO
En los años 80 medio
millón de personas huyeron hacia México a causa del violento conflicto que vivía
Guatemala. Los que regresaron luchan ahora por recuperar las tierras de sus
antepasados, para los que el maíz ya era la principal fuente de alimentación y
un producto sagrado ya que, según un mito maya, el ser humano fue hecho de maíz.
Desde hace varios
años, el Gobierno guatemalteco promueve el cultivo de caña de azúcar y palma
africana para la producción de biocombustibles, y las empresas acaparan cada
vez más tierra que podría destinarse a la producción de maíz o frijol para
alimentar a la población. Además de fumigar los campos y contaminar agua y
tierra, este acaparamiento obliga a la población guatemalteca a comprar maíz
industrial, a un precio más alto.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario