Realizado en el año 2004, One shot -- una sola bala es un documental que se basa en el relato de aquellos francotiradores que todavía sirven en la reserva del Ejército Israelí. Allí hablan sobre las muertes que han provocado, sus sentimientos al recordarlas y su propia moral. Ellos no lamentan las muertes, todavía asumen la máxima de un disparo, un muerto.
Después de cinco semanas de entrenamiento, un soldado, si quiere, se puede convertir en francotirador. Forman parte de todas las unidades de combate y desde la última intifada, han sido utilizados para matar selectivamente a miembros de la resistencia palestina.
El francotirador es el único soldado que ve "el blanco de los ojos de su víctima". Según su forma de ver, eso es lo que los separa del resto de militares. La imagen la forman el fusil, la bala y el hombre detrás de ellos, esperando en la oscuridad, con paciencia y en calma, para cumplir la orden y efectuar un único disparo.
Esto le hace aparecer ante sí mismo como un heróico luchador, y para otros, como un asesino a sangre fría.
Las escenas de guerra de este documental han sido grabadas por los propios soldados que participaban en ellas
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