Cruz Roja y diversas instituciones activan un protocolo para rescatar de las mafias a los niños que llegan a las costas andaluzas
Los centros de acogida humanitaria que posee Cruz Roja en Andalucía para atención a los inmigrantes tienen una ubicación secreta. Se sabe que son cinco, en otras tantas provincias, pero hay un pacto para no buscarlos, ni desvelarlos. Se trata de preservar la seguridad de quienes allí se encuentran, como sucede con los pisos de mujeres maltratadas. Las mafias acechan a muchos de los que se refugian, en especial a mujeres y niños, víctimas de las redes de trata.
En estos lugares se libra una nueva lucha por los derechos humanos que revela hasta que punto es duro el drama de la inmigración, más allá de la terrible travesía a través de África, donde toda una expedición de casi un centenar de personas murió de sed recientemente; del acoso en Marruecos, donde la Policía causó la muerte a un joven subsahariano hace pocos días, o del arriesgado cruce del mar en una barca de juguete que desde hace 25 años se cobra millares de vidas en nuestras aguas.
Muchos de los niños que llegan a las costas andaluzas son 'hijos de las mafias', víctimas de las redes de trata, mercancía con la que comerciar. En los centros de acogida se teme que algún sicario llegue a buscarlos, alegando parentesco, y lo vuelva a introducir en el circuito. Hay mucho dinero en juego y el Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu, ha indicado que son llevados a Europa para ser explotados en redes de pedofilia, mendicidad e incluso para tráfico de órganos.
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