Una ola de emoción cayó
brutalmente esta semana sobre los pueblos que viven en los países de la
OTAN. Y bruscamente tomaron conciencia del drama de los refugiados que
tratan de cruzar el Mediterráneo, tragedia que dura desde hace años,
ante la permanente indiferencia de la opinión pública europea.
El cambio se debe a la publicación de una fotografía que muestra al público el cuerpo de un niño ahogado, depositado por las olas en una playa turca. Poco importa que esa imagen sea una grosera escenificación: los cuerpos devueltos por el mar quedan en posición paralela a las olas, nunca perpendicularmente a ellas. Poco importa también que en menos de 2 días casi todos los diarios de los países de la OTAN hayan publicado instantáneamente la misma imagen en primera plana. Ya se sabe lo libre y pluralista que es la prensa occidental.
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