"¡Díselo! Diles quiénes son los que vienen a pegarnos por las noches, diles que este pueblo está lleno de fachas". Dos adolescentes de Alpedrete, en la sierra norte de Madrid, se lo espetan a un concejal que responde a preguntas de la prensa. Las paredes del municipio, rubricadas con esvásticas, refuerzan el contenido de su queja. "Alpedrete resiste, seguimos vivos", rezan las pintadas. Pegatinas con eslóganes fascistas salpican señales y mobiliario urbano. Muchos en el pueblo se sienten presa de unos pocos. Sobre el sentimiento de persecución se impone el del abandono del Ayuntamiento, para el que los grupos neonazis en la localidad son, al parecer, inexistentes.
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