Ramón Cotarelo* | Palinuro
La visita de Rato al ministro Fernández
Díaz ha provocado un gran revuelo en la opinión. No ha faltado el
habitual aguafiestas recordando que si tan esperpéntica cita se hubiera
producido en cualquier otro país europeo, el ministro habría dimitido ya
o estaría destituido entre la rechifla general. En España, no. Que un
presunto delincuente acuda a una reunión “cordial” con el ministro del
Interior no tiene nada de extraño. Es posible que Rato busque consejos,
información privilegiada o haya ido a chantajear a la autoridad con el
rollo de que si no lo ayudan, canta. Todo es posible porque la reunión,
ha sido secreta. ¿Y no dimite el ministro?
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