"Las cosas pueden cambiar y cambiarán", dijo Corbyn, de 66 años, al iniciar su discurso del día sábado, tras conocer los resultados. Luego cuestionó “los grotescos niveles de desigualdad del país”, y saludó el cambió en el partido durante la campaña que fue coronada por su triunfo, al afirmar que “doy a los nuevos miembros la bienvenida a nuestro partido, a nuestro movimiento. Y a los que regresan al partido, les doy la bienvenida de vuelta a casa”.
Ahora bien: ¿la elección de Corbyn significa un giro a la izquierda del laborismo o un retorno a sus principios originarios? Si bien algunos analistas afirman lo primero, con elementos atendibles, el segundo punto en cuestión es indudable: el giro al centro-derecha emprendido por Tony Blair confundió a la base social que supo defender activamente al laborismo, dejando en horfandad a miles de activistas, simpatizantes y votantes que se sentían representados en la fuerza. Aquello fue expresión además de un momento de auge neoliberal a escala mundial, tras la caída del Muro de Berlín, que tuvo correlación hasta en estructuras ajenas a dicho pensamiento.
Por ende, el naciente corbynismo podría ser más bien una resignificación del proyecto laborista, que ahora parece estar ingresando a una fase posneoliberal, con primacía de ideas relacionadas a la justicia social y los derechos de los trabajadores. Por decirlo con claridad: el cuestionamiento a las políticas de austeridad es precisamente lo que ha llevado a Corbyn -con una línea que aboga por la fuerte intervención del Estado en la economía- a vencer con tamaña amplitud en las internas partidarias.
La idea de un “laborismo posneoliberal” en Corbyn tiene a su vez correlación con su amistad con los procesos de cambio abiertos en América Latina en la última década y media: allí está la fotografía que lo muestra, alegre, junto a Hugo Chávez años atrás, y la carta que, el mismo sábado donde venció con contundencia, le envío la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, expresando que “este es también el triunfo de todos quienes representamos la voluntad de poner la política al servicio de los pueblos y la economía al servicio del bienestar de todos los ciudadanos”.
Sin embargo, los tories no dejaron pasar ni 24 hs para mostrar los dientes ante el naciente liderazgo: en busca de generar confusión en la opinión pública, el propio primer ministro británico David Cameron catalogó al nuevo laborismo como una “amenaza a la seguridad”, similar estrategia utilizada por sus aliados en Grecia y España contra Syriza y Podemos. Como se ve, una puja ideológica bien concreta que comenzará a marcar el destino de la política británica de acá en más. Europa y el Reino Unido se debaten, en definitiva, entre la continuación de las políticas de austeridad o un rediseño que permita el cumplimiento de un Estado de Bienestar que hoy parece alejado. Corbyn ya decidió: buscará un laborismo que, ilusionando a los desencantados, pueda dar pelea nuevamente por un proyecto de país inclusivo.
Juan Manuel Karg. Politólogo UBA / Analista internacional. CABA - Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
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