Se dice y afirma con vehemencia por cátedros, políticos e importantes y togadas señorías que vivimos en un Estado de Derecho. Negamos la mayor: no es de Derecho, sino de desecho. La refritanga que en su día cocinaron los siete padres –y ninguna madre- constitucionales fue una especie de “patchwork” hecho con viejos petachos franquistas y retales democráticos “todo a cien” comprados en vaya vd. a saber qué rastillo dominical. Y es que en el Estado español, el carro siempre se ha uncido por delante de los bueyes y el Derecho se ha acomodado a los intereses del Estado y sus poderes fácticos.
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