Desde hace tres años, Aníbal Tejada no puede dormir tranquilo. Cuenta que todas las noches sufre pesadillas. Él recibió un perdigón el 30 de septiembre de 2010 y vio cómo Juan Pablo Bolaños cayó abatido. Ese día se enteró de la revuelta policial y salió al Hospital de la Policía “a rescatar al Presidente”.
“No te mueras hermano, aguanta”, le dijo a Bolaños, mientras, con ayuda de la gente, lo subía a una camioneta para que recibiera atención médica. Los hechos del 30 de septiembre, a pesar de que han pasado tres años, no se le borran de la cabeza. Por eso llegó ayer a la Plaza de la Independencia para recordar ese día. “Para muchos de pronto no es nada, para mí, el día en que la democracia salió fuerte. Fue el día en que volví a vivir”, definió. “Nunca más”, gritó tan fuerte, que al escucharlo, muchas personas se acercaron a verlo.
Lo hizo, cuando perplejo, se paró frente a dos carteles que retrataron imágenes de ese día. “Siento el miedo del 30-S, la impotencia que sentí al verme luchando con quienes tenían las armas”, dijo, empuñando su mano. Entonces, no fue solo Tejada quien empezó a recordar lo que sucedió ese día. Fueron más, entre ellos adultos mayores, mujeres y niños. Rosario Caiza no escucha pero al mirar las imágenes que retrataron la violencia de aquel día y cómo el presidente Rafael Correa salió en medio de bombas lacrimógenas gritó: “¡Es el 30-S!”.
A Laura Escobar le brotaron las lágrimas. “Hoy estaríamos recordando tres años de la muerte de nuestro Presidente, eso no sería justo, como tampoco lo fue la muerte del finadito Jaime Roldós”, sollozó la mujer, para quien en ese día “volvimos a escribir una nueva democracia para el país”.
Ayer, en la Plaza de la Independencia miles de personas se convocaron. Llegaron de colectivos como “30-S: Nunca más”, “Frente Unitario Latinoamericano Boinas Rojas”, y asociaciones sociales y políticas de Esmeraldas, Los Ríos, Guayas, entre otras.
En el lugar se colocaron murales para que la ciudadanía escribiera. El presidente Rafael Correa fue el primero en hacerlo. “Con infinito amor a la patria y a mi gente, 30-S Nunca más”, escribió en el papelógrafo. Mientras un grupo de más de 20 chicos del grupo “Niños cantores del pueblo” interpretó la canción “Cómo será la Patria”.
También el vicepresidente Jorge Glas escribió sobre el mural: “Democracia por siempre”, dejó perennizado sobre el vinil. En el encuentro estuvo Fernando Alvarado, secretario de Comunicación, y Betty Tola, secretaria de la Política, además del alcalde de Quito, Augusto Barrera, y el secretario ejecutivo de PAIS, Galo Mora.
La definición precisa sobre la palabra democracia no se aclaró ayer entre Jacinto Andrade y Carlos Arévalo, dos adultos mayores, que como todos los días se convocaron a la Plaza de la Independencia. Para Andrade, de 68 años, democracia es “trabajo”, mientras que para Arévalo, de 72, significa “seguridad”.
Laura Escobar estuvo indignada. Colocó sus manos sobre la barbilla y perpleja -moviendo la cabeza- repasó una y otra vez las imágenes de ese día, que se exhibieron en los cartelones en la Plaza de la Independencia. “Jamás pensé que nos iban a hacer daño”, dijo.
Ese criterio, también, tuvo el presidente Rafael Correa, quien ayer ofreció entrevistas en radios. Dijo que “de cualquier institución me imaginé una reacción así, menos de la Policía, a quienes mucho se había apoyado”.
Manifestó que tras la intentona golpista estuvieron involucrados varios partidos políticos y los uniformados no protestaron por la Ley Orgánica de Servicio Público (Losep). Por ello, recordó, ese día se escucharon consignas a favor del exgobernante Lucio Gutiérrez. “Intentarán cualquier cosa, primero fue la Losep, el 30-S, hoy el Yasuní, siempre intentarán sembrar cizaña (…) la idea es crear violencia para botar al Presidente y poner a cualquier títere”.
Acotó que hasta la semana pasada había grupos que enviaban pasquines a los miembros de la Policía en los cuarteles, señalando que se acabará con el Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas (Issfa) y el Instituto de Seguridad Social de la Policía Nacional (Isspol).
María Angélica Caiza, de 65 años, tiene su propia connotación de lo que significa la palabra democracia. Dijo que democracia es trabajo, “lo que hago yo”, señaló la mujer, mientras se abría paso ofertando golosinas en la Plaza de la Independencia, en el Centro Histórico de Quito.
Desde la madrugada, las diferentes agrupaciones en respaldo al presidente Correa se instalaron con 15 carpas, en la explanada de la Plaza de la Independencia.
Para Jaime Aguavil, de la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas, ese día se vivió una “acción negativa para todo el país”, por eso asistió a la plaza con numerosos miembros de su comunidad.
Los comerciantes también conmemoraron a su manera el 30-S, vendiendo gorras, pitos y banderas a los cientos de manifestantes en el lugar. Incluso, ciudadanos extranjeros que se encontraban de turistas estuvieron en la manifestación. Es el caso de Irene Hernández, de Venezuela. “Vine con unas amigas de turista al Ecuador y nos enteramos de este acto, respaldamos el cambio social en nuestros países”, dijo.
“El 30-S fue el día en que cambié de ver el mundo”, escribió Mateo Aguirre, de 23 años, sobre el papelógrafo. También firmó Margot Torres, de 60 años, quien reveló que estuvo esa tarde en la avenida Mariana de Jesús para apoyar al Primer Mandatario y soportó con valentía la asfixia a causa de las bombas lacrimógenas lanzadas por los uniformados.
“Ese fue un día muy triste por la violencia extrema, sentí que podía morir, solo pensé en mis hijos”, comentó mientras se le salían las lágrimas al recordar la jornada.
EL TELEGRAFO –
No hay comentarios:
Publicar un comentario