El río Santiago, uno de los apéndices fluviales más importantes del país ha sufrido directamente las consecuencias de los tratados comerciales. A su vera, decenas de empresas de tecnología, en especial norteamericanas, arrojan sus desechos con total impunidad. Pocos kilómetros más adelante pueblos enteros se han visto afectados. La contaminación ha provocado graves consecuencias a su salud, llevando incluso a niños a la muerte. Se volvió imposible vivir del campo y de sus cosechas por lo que algunos de ellos terminaron trabajando en las mismas fábricas que provocaron la destrucción de su modo de vida.
No solo los ríos, también las costas se han visto afectadas por los acuerdos comerciales del país. El ejemplo de Cancún y sus playas atestadas de hoteles de lujo donde apenas hay acceso para los propios mexicanos comienza a extenderse por Mexico. La creación de un proyecto en Cabo Pulmo, al norte de país traería consecuencias devastadoras para la flora y la fauna marina, pero la reacción popular y de diversas organizaciones consiguió detener el proyecto.
Ahora las pequeñas comunidades campesinas deben organizarse de manera casi autónoma retomando sus saberes ancestrales respecto al agua para conseguir autoabastecerse y alejarse de un circuito comercial donde los más humildes se convierten en completos desposeídos.
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